lunes, 12 de diciembre de 2011

La Filosofía Cristiana. La historia del Padre y sus hijos


La Filosofía Medieval, coincide con el Pensamiento Cristiano, más aún el Pensamiento Cristiano abarca más que el periodo medieval, ya que esta comienza a partir del siglo II, y como recordareis , lo que llamamos como edad Media comienza con la caída del Imperio Romano en el 476 de nuestra era. 

En contraposición a como intentan presentarnos esta edad no fue tan oscura como han pretendido vendérnosla. Es verdad que en cierta medida se ha ganado a pulso esta aureola de oscurantismo, pero que en cierta medida ha sido una máscara para sentirse protegidos en su campo. 

La fe, entra en escena, aquello que no puede ponerse en duda, y que comienza siendo la vía por excelencia del conocimiento, en el que la razón camino de su mano, al lado y por fin separadas. 

Dios aparece como único, Padre, y evidentemente independizarse, supone inseguridad, y plantarle cara y desafiarlo un gran riesgo. Sin embargo el hombre ( hijo del Padre) como en cualquier época pretende salir , descubrir el mundo, y poco a poco tomar las riendas de su pensamiento. Esta es la historia de la Filosofía Cristiana, una historia del Padre y sus hijos, que abarca desde los primeros pasos y balbuceos hasta el momento de irse a vivir solos.


Adentrémosnos en primer lugar con una serie de vídeos con los que contextualicemos la época 




Y sigamos con la Filosofía Cristiana, sus épocas y sus pensadores.



San Anselmo, revolucionó el campo de las demostraciones de la existencia de Dios. Su demostración, muy querida y odiada por sus predecesores, es una auténtica demostración por reducción al absurdo de la existencia de Dios.

Veámos un poco mejor el argumento ontológico (material extraído de este enlace), de una manera más simple: 

1º A partir de la conclusión extraída del primer libro de San Anselmo, el Monologio, se puede dictaminar que Dios es el ser mayor que pueda ser concebido.

2º Una vez aceptada esta premisa se puede llegar a través del razonamiento que cuando una persona oye hablar de Dios comprende que está en su entendimiento, aunque no entienda bien lo la idea de Dios. Hasta un necio tiene en mente una opinión sobre qué puede ser Dios. Cuando mencionamos su nombre todos tenemos en la imaginación una idea preconcebida en aspectos como su aspecto, actitud hacia nosotros o su forma de hablar, aunque debemos aceptar que nosotros tenemos ciertos límites para conocerlo, pues su naturaleza escapa de la comprensión humana. Nosotros lo conocemos hasta la barrera que suponen nuestras limitaciones. 

3º Debemos aceptar que lo que existe en la realidad, es mayor que lo que existe sólo en el pensamiento. Es más perfecta la realidad que el concepto que tenemos en el entendimiento.

4º Si el ser que es lo mayor que se puede concebir existiera únicamente en nuestra inteligencia, este ser sería lo mayor que pudiera concebirse, pero esto nos lleva a una evidente contradicción 

5º Así que no nos queda otra solución que reconocer que Dios existe. Se podrá decir que la razón nos lleva a creer en Dios, pues si no, caeríamos en el absurdo. 

Debe quedar claro que este argumento ontológico tiene validez en cuanto reconocemos que la existencia es un atributo de la perfección. San Anselmo da por hecho que cualquier cosa que exista en la realidad es más perfecta que algo que únicamente existe en nuestro intelecto. También hemos de tener en cuenta que Dios es inmaterial y necesario, y este argumento le sería perfectamente aplicable, pero no así a realidades materiales y contingentes. La grandeza de San Anselmo, radica entre otras cosas en que buscó demostrar la existencia de Dios en unas circunstancias históricas en las que prácticamente nadie dudaba de su existencia. Pero el objetivo de la filosofía siempre fue conocer a partir de las causas últimas de la realidad, y los cristianos tenemos una primera causa que explica el origen y fin de todo: Dios.


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